Tras un mes del «fin del califato», el Estado Islámico sobrevive, ¿por qué?
El autodenominado califato que los yihadistas del Estado Islámico (EI) instauraron en Siria e Irak puede haberse acabado, pero los devastadores ataques con bombas en Sri Lanka demuestran que la influencia de la ideología extremista del grupo permanece intacta.
Un mes después del anuncio de la derrota territorial del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en Siria, lo que llevó a declarar el final del autoproclamado «califato» que se extendió por Irak, el reto de acabar realmente con una de las organizaciones más peligrosas de la historia reciente continúa.
Infiltraciones desde Siria a Irak a través de la frontera y células durmientes son los principales temas que preocupan a las autoridades de ambos países, que intentan también comenzar la guerra contra «la ideología» extremista que llevó a que la organización reclutase a miles individuos procedentes de todo el mundo.
(En contexto: Estado Islámico se atribuyó los atentados en Sri Lanka)
Jabar Jawar, secretario general del Ministerio kurdoiraquí de las fuerzas kurdas Peshmerga, indicó hoy a Efe que «en realidad el EI acabó como ‘califato’, pero como organización terrorista internacional, hasta el momento, no ha terminado». ¿Por qué?
El portavoz kurdo afirma que el EI todavía lleva a cabo ataques suicidas en varias zonas del mundo, como en Libia, Yemen, Afganistán, y también en Irak, e incluso, los recientes bombardeos en Sri Lanka reivindicados por el grupo, pese a que el ex primer ministro iraquí Haidar al Abadi anunciase en diciembre de 2017 el fin del EI en el territorio.
Jawar también indicó que desde ese anuncio hasta final de 2018 han contabilizado 456 operaciones «terroristas» del EI que provocaron 1.720 muertos y heridos. Y añadió que desde esa fecha hasta marzo de 2019 han registrado 100 operaciones del EI en las poblaciones iraquíes de Diyala (este), Saladino (centro), sur y oeste de Kirkuk y sur de Mosul (norte).
(Ver más: «El Estado Islámico ha sido derrotado en Siria»: EE. UU.)
Las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una alianza armada liderada por kurdos y respaldados por Washington, anunciaron el pasado 23 de marzo la pérdida por parte del EI del territorio que controlaba en Siria tras meses de dura ofensiva en zonas fronterizas con Irak, donde los radicales se atrincheraron. Sin embargo, Jawar afirmó que en la ciudad iraquí de Ramadi (centro) y lugares fronterizos cercanos a Siria «sí hay movimiento» de la organización extremista.
Además, señaló que el EI «no es solo un movimiento armado, sino uno ideológico. Aún no hemos empezado con la guerra ideológica del EI. Ni nosotros, ni los países europeos, ni los demás», agregó.
Su influencia en Sri Lanka
Derrotado en el terreno, el grupo dirigido por Abu Bakr al-Baghdadi, que sigue prófugo, logró inspirar a distancia a yihadistas esrilanqueses que el domingo mataron en ataques suicidas coordinados en iglesias y hoteles de lujo a más de 300 personas.
«Después de la caída del califato la pregunta que nos hacíamos todos es ¿Qué pasará ahora? ¿Puede existir un Estado Islámico sin un Estado? Lo que pasó en Sri Lanka muestra el nacimiento de un nuevo frente la insurgencia yihadista mundial», afirma este experto.
«El aparato global de Dáesh (acrónimo en árabe del EI) se basa en un grupo local fuertemente arraigado y movilizado», explica a la AFP Filiu. «Dáesh intenta así compensar simbólica y mediáticamente la pérdida de su santuario sirio-iraquí con una campaña terrorista con vocación global».
Para Rohan Gunaratna, especialista en grupos extremistas del sudeste asiático de la Escuela de Estudios Internacionales S. Rajaratnam de Singapur, «EI se ha extendido por todo el mundo. Y la red de EI en Sri Lanka es responsable de este ataque.
«Algunas personas radicalizadas del National Thowheeth Jama’ath se han unido al EI, pero no todos», añade. «Ahora dirigen las operaciones del EI en Sri Lanka, con vínculos con el grupo EI en Siria».
Esta táctica había sido defendida durante mucho tiempo por EI, mucho antes de que una coalición internacional liderada por Estados Unidos pusiera fin a su sueño de un Estado yihadista a caballo entre Irak y Siria.